Saturday, March 16, 2024

No Más Dolor Para Este Villano (Novela) Capítulo 176

C176

[En tercera persona]

Cecelia se quedó allí, todavía en shock por el torbellino de acontecimientos que se habían desarrollado. Sus pensamientos se aceleraron, tratando de procesar todo. Primero, Aron, el primer príncipe, la había abofeteado delante de todos. Luego, un joven más joven la había invitado a salir, dejándola sorprendida y confundida.

No pudo evitar preguntarse acerca de este misterioso joven que parecía aparecer de la nada, sin molestarse en presentarse. Su confianza y atractivo la habían dejado intrigada, aunque su instinto inicial fue alejarlo.

"¡¡Ey!!"

-Pero ahora, la voz de Aron destrozó sus pensamientos. La puerta de la enfermería se había cerrado detrás de ella. 

Hace unos momentos cuando se dio cuenta de que Aron no estaba a la vista. Era como si hubiera desaparecido. La siguiente vez que lo vio, estaba acostado debajo de un árbol con el mismo joven cerca.

Sin pensarlo, Cecelia se apresuró a enfrentarse al joven, convencida de que le estaba haciendo algo al primer príncipe. Sin embargo, para su sorpresa, el joven la había superado sin esfuerzo en combate, evitando cada uno de sus movimientos como si hubiera conocido sus ataques de antemano.

"¡Perra! ¡Entra!" 

Cecelia entró en la enfermería y el sabor metálico de la sangre inmediatamente asaltó sus sentidos. Su corazón se aceleró al contemplar la espantosa escena que se extendía ante ella.

Aron estaba allí, con su atuendo normalmente impecable teñido de carmesí, un cuadro grotesco de violencia. El cuerpo sin vida de la enfermera yacía sobre el suelo frío y estéril, una espantosa muestra de brutalidad. La ropa de la mujer fue rasgada y desechada descuidadamente, dejándola expuesta en una exhibición inquietante.

La sangre pintaba las paredes y el suelo, un mosaico macabro que parecía latir con una energía espeluznante. Goteaba de las manos de Aron como una forma de arte macabra, sus dedos manchados como si los hubiera sumergido en un mar carmesí.

El rostro de la enfermera mostraba las marcas inconfundibles de una lucha salvaje, sus rasgos se contrajeron en un horrible rictus de dolor y terror. La habitación pareció cerrarse sobre Cecelia, las paredes presionando como si contuvieran los secretos de este acto espantoso.

Sin embargo, en medio de este horror, la mirada de Aron permaneció fija en el techo, como si estuviera contemplando algo muy alejado de la espantosa escena que lo rodeaba. 

La voz de Aron rompió el silencio sofocante, sus palabras heladas por su desapego. "Llame a alguien para que limpie esto".

Cecelia sólo podía quedarse allí, mientras su mente daba vueltas ante la grotesca escena que se había desarrollado ante ella. Había entrado en una pesadilla, una que la perseguiría durante años... otra vez.

El cuerpo de Cecelia se sentía como una estatua, congelada en su lugar por la escalofriante voz de Aron. Sus palabras cortaron el aire como fragmentos de hielo, cada uno más agudo y mordaz que el anterior.

"¡Llama a alguien para que limpie esto!" La voz de Aron resonó, llena de una furia fría que parecía filtrarse hasta las mismas paredes de la enfermería. Sus ojos se clavaron en ella, su mirada fija, como si la desafiara a desafiar sus órdenes. "Y asegúrese de que lo encubran. El Palacio Real se encargará de la conversación con la junta escolar".

La habitación pareció acercarse a ella y Cecelia no podía apartar los ojos de la espantosa visión que tenía ante ella.

Ella asintió frenéticamente, sus pensamientos eran un revoltijo caótico mientras se daba vuelta y huía de la habitación. 

Sus pasos resonaron con fuerza en el pasillo, cada uno de ellos un intento desesperado por escapar de la pesadilla que acababa de convertirse en su realidad. El pánico la carcomía y su corazón se aceleró mientras se apresuraba a encontrar al jefe de mayordomos, el responsable de manejar los secretos más oscuros de Aron. 

El peso de lo que había presenciado la oprimía y Cecelia no podía evitar la sensación de que acababa de quedar atrapada en una red de oscuridad de la que tal vez no hubiera escapatoria.

Ruido sordo*

Cecelia salió corriendo del edificio de la enfermería, con la respiración entrecortada. Los terrenos de la academia se extendían a su alrededor, una mezcla de grandeza y elegancia. 

Imponentes edificios hechos de piedra y mármol se alzaban sobre sus cabezas, su arquitectura era un testimonio de la prestigiosa historia de la academia. Senderos adoquinados serpenteaban a través de cuidados jardines y exuberantes prados verdes, creando un entorno pintoresco que contradecía los horrores que acababa de presenciar.

Mientras corría hacia el dormitorio de los nobles, sus pasos resonaban en las paredes de los edificios y miradas curiosas la seguían. Cecelia no pudo dedicar un pensamiento a los espectadores; su mente estaba consumida por la espantosa escena que había dejado atrás.

Al llegar al baño común, se apresuró a entrar, desesperada por deshacerse de las abrumadoras náuseas que se habían apoderado de ella. Su cuerpo tembló mientras se doblaba sobre un fregadero, vomitando hasta que no quedó nada más que un sabor amargo en la boca.

"Él... no es más que un monstruo", susurró para sí misma, con la voz temblorosa. Con manos temblorosas, se echó agua en la cara, tratando de quitarse el horror que se aferraba a ella como un sudario asfixiante. Cada gota de agua parecía un intento inútil de limpiarse de la oscuridad que había contaminado su mundo.

Cecelia sabía que la persona que una vez había considerado... alguien cercano ahora era una criatura de una crueldad indescriptible. 

...

En la enfermería poco iluminada, Aron permaneció inmóvil, con la mirada fija en la puerta entreabierta por la que había huido Cecelia. La habitación se sentía inquietantemente silenciosa, rota sólo por el suave movimiento de las cortinas agitado por la brisa fresca que entraba por la ventana abierta. La caricia del viento no fue bienvenida, lo que hizo que Aron se estremeciera cuando rozó su piel, añadiendo una capa de fría incomodidad a su ya problemático estado.

Mientras miraba a la enfermera sin vida, la sangre que una vez había fluido ahora secándose en un cuadro grotesco, las emociones de Aron amenazaron con abrumarlo. Recordó la amabilidad que ella le había mostrado, su inquebrantable dedicación a su profesión, incluso cuando lo conocía. Ella había persistido, sin dejarlo de lado como otros podrían haberlo hecho. Ahora, todas sus esperanzas y sueños se habían extinguido y era culpa suya.

Ruido sordo.

El cuerpo de Aron cedió y cayó de rodillas frente al cadáver de la enfermera. Sus ojos permanecieron entrecerrados, las lágrimas brotaban y corrían por sus mejillas. Manos temblorosas lucharon por extenderse, como si tuviera la intención de juntar ambas formas sin vida. Juntó sus propias manos delante de él, en un gesto de luto desesperado.

"Yo... lo siento", su voz temblaba con tristeza, reducida a nada más que los llantos de un niño indefenso. Sólo pudo repetir las palabras, una letanía de disculpa al que había tomado de este mundo.

"Soy un monstruo", confesó, mientras le temblaba la palma mientras se quitaba la máscara que ocultaba la mitad izquierda quemada de su rostro. La desfiguración fue testigo de su tormento interior.

Con un ruido sordo, colocó la máscara en una superficie cercana. Su otra mano se movió hacia su cuello, trazando un diseño delicado e insinuante grabado en su piel. Era un intrincado tatuaje de una serpiente enroscada, y trazó su patrón como si buscara consuelo. Luego, abruptamente, se clavó las uñas en la carne del cuello, mordiéndose el labio inferior para ahogar cualquier sonido de dolor que amenazara con escapar.

Puñalada.

Sus dedos se clavaron más profundamente, desgarrando su propia carne. Era como si estuviera tratando de arrancar físicamente el tormento que llevaba dentro, la monstruosa oscuridad que lo había reclamado. La habitación fue testigo de su tormento, un lugar de desesperación y agonía que nadie más podía comprender.

"..."En medio de la oscuridad que lo había envuelto, un repentino y radiante tono dorado descendió, proyectando su brillo no sobre Aron sino sobre su cuello herido. La carne desgarrada comenzó a reconstruirse y la violencia desesperada y autoinfligida de Aron cesó.

Sabía que no debía desafiar la voluntad de la diosa. La habitación pareció cobrar vida mientras el viento daba vueltas y bailaba, agitando las cortinas en un ballet fantasmal. De las corrientes etéreas del aire, surgió una figura delicada que se fusionó en la forma de una mujer. Su presencia era tan suave como un susurro pero tan poderosa como una tormenta.

"Es hora", la voz etérea resonó en la habitación, y mientras resonaba, los ojos de Aron nunca se desviaron de la enfermera sin vida que yacía ante él. 

Su voz estaba llena de la angustia de aquellos que dejó atrás, la familia esperando su regreso pero-

"Ve a aprender", instó la voz, su tono llevaba una orden irrevocable. Con esas palabras, la figura etérea se desvaneció gradualmente de la vista, dejando a Aron solo en la enfermería.

"Maestría de las Bestias eh..." y de repente su comportamiento volvió a... lo habitual.

La conducta fría y distante de Aron regresó como un sudario cuando recogió su máscara del suelo al escuchar pasos.

Sabía que el mundo exterior nunca lo entendería... a él. Con un profundo suspiro, le susurró a la silenciosa habitación: "Todo esto es por la maldición".


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